jueves, 11 de agosto de 2011

LAICIDAD EN LA EDUCACIÓN BÁSICA

El Artículo Tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en uno de sus párrafos que “la Educación que el Estado imparta será laica, por lo tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa…”; permitiendo desarrollar armónicamente todas la facultades del ser humano, respetar los derechos humanos y crear conciencia solidaria, libertad e independencia.
La laicidad en la educación ofrece la capacidad y el derecho para elaborar o adherirse a valores y creencias propias, así como también, para pensar por su cuenta propia sin limitaciones dogmáticas.
La laicidad en la educación se enfoca en la libertad de conciencia, la autonomía moral e intelectual o pensamiento que como meta a largo plazo es que el estudiante como futuro ciudadano sea capaz de gobernarse y pensar libremente siendo responsable en su libertad y en las consecuencias de sus acciones y opiniones, siendo capaz de trazar su propio plan de vida a partir de los vínculos morales que mejor le parezcan y de ejercer su independencia.
El pensamiento laico se ha ido consolidando mediante el uso libre de la razón, el antidogmatismo, la reflexión crítica, la investigación científica y la duda; también rechaza verdades irracionales o sobrenaturales y la sociedad monolítica orientada hacia la veneración de una verdad relevada, no acepta proyectos que pretenden imponer concepciones únicas y totales. La laicidad se vincula con la pluralidad al considerar a la sociedad como un conjunto de individuos plurales con convicciones, ideas y creencias diferentes.
El pensamiento laico entre los alumnos se puede fomentar mediante el pensamiento crítico y científico: la reflexión y el razonamiento que le permitan decidir qué creer o hacer. El docente debe proporcionar a los estudiantes estructuras de pensamiento crítico que los lleven a desarrollar los conceptos y categorías fundamentales de las ciencias.
El maestro, al ser un constructor de éxitos educativos, debe brindarles a sus alumnos la posibilidad de pensar sin prejuicios, ni esquemas mentales coercitivos. Brindarles la posibilidad de pensar la realidad, cuestionarla, transformarla y reestructurarla, superando sus egocentrismos y sus sociocentrismos naturales.
La escuela debe de fomentar ambientes educativos de sana convivencia y de cooperación social por encima de ideas y valores. Promover el civismo y la solidaridad. Plantear cómo la complejidad de la realidad incluye la diversidad de innumerables puntos de vista. Ayudar en el reconocimiento del contexto particular del estudiante, sus valores culturales y sus tradiciones.
Entre el pensamiento laico y el pensamiento crítico existe una importante vinculación: Garantizan la libertad de creencias; evitan discriminaciones, coacciones u hostilidad por causas de creencias religiosas; generan apertura de mentes; construyen la libertad de criterio y de pensamiento; construyen una ciudadanía democrática; contribuyen en la formación cívica y ética de la persona.
Actualmente, no sólo se debe enfocar en las enseñanzas técnicas, sino también en las enseñanzas en humanidades para construir una ciudadanía democrática (ciudadanos críticos e independientes que piensen y actúen de manera autónoma) y transformar las injusticias.
Al aceptar prejuicios, estereotipos, costumbres, tradiciones y verdades acríticamente delimitan las oportunidades, derechos y libertades, reduciendo el pensamiento crítico. Para avanzar en la formación del pensamiento crítico se requiere la comprensión del contexto histórico, la toma de conciencia de las convenciones, la conciencia crítica e independencia ante dicho contexto y la actuación de las consecuencias.
El pensamiento laico y el pensamiento crítico participan en el desarrollo de las competencias cívicas, éticas y convivencias democráticas mediante el aprendizaje (inter y transdisciplinario) y el pensamiento (abierto, flexible, racional, cuestionable y autoexaminable) que sean capaces de ejercer con responsabilidad los valores, actitudes y conductas y de transformar las injusticias y las desigualdades.
Es decir, para lograr la transformación educativa los alumnos deben analizar, reflexionar, argumentar y llegar a conclusiones por sí mismos, formándose un juicio propio y autónomo. Es decir, formarse un Juicio Crítico Ciudadano con sus realidades: Respeto, tolerancia, empatía, resolución pacífica de conflictos, solidaridad ciudadana, libertad de expresión y mejora de la calidad de vida. Para la formación del Juicio Crítico Ciudadano es muy importante la Educación Artística, ya que ésta permite tomar conciencia, reflexionar sobre los significados sociales inter-contextuales (relación, organización, entendimiento y representación interpersonal) y aprender sobre los valores y manifestaciones culturales que cada comunidad sustenta. La Educación Artística conlleva una comprensión de la educación como reconstrucción personal, social y multicultural a través de todas sus representaciones posibles.
El pensamiento laico y el pensamiento crítico desarrollan la capacidad creativa para transformar nuestras vidas y las de los demás, fundamentadas en los mejores avances de las ciencias y humanidades; permitiendo el crecimiento personal y ciudadano.
Para lograr una convivencia armoniosa entre los estudiantes, el docente debe practicar metodologías pedagógicas que trate a cada alumno como un individuo autónomo capaz de intercambiar opiniones y de saber escuchar, así como también crear conciencia de responsabilidad en sus argumentos, el respeto mutuo y la resolución pacífica de conflictos.
Los métodos educativos tradicionales generan pasividad en los alumnos. El respeto por las facultades mentales activas de cada alumno (a) permite formar ciudadanos activos y curiosos con capacidades para la creación y desarrollo de la ciencia; es decir, generar sociedades de conocimientos.
Se considera Ciencia aquel saber que debe pasar por un riguroso examen intelectual con estándares universales. La Ciencia además de un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar imaginativa y creativa, pero también disciplinada y sujeta al rigor de la evidencia, la duda y la prueba.
Para la formación del intelecto del estudiante se requiere de los estándares intelectuales (claridad, exactitud, relevancia, lógica, amplitud, precisión, importancia, completitud, imparcialidad y profundidad) , de las virtudes intelectuales (humildad intelectual, entereza intelectual, empatía intelectual, autonomía intelectual, integridad intelectual, perseverancia intelectual e imparcialidad) y de la identificación entre la racionalidad (sistema abierto natural) y la racionalización (modelo mecanicista cerrado).
Cabe mencionar que el intelectual es una persona capaz de salirse de los prejuicios y estereotipos de su época y es capaz de descontextualizarse y mirar el contexto desde fuera. Es decir, es un libre pensador que lucha por sus ideas y defiende su autonomía de conciencia y opinión pues ha analizado las convenciones imperantes y ha tomado posición al respecto. Esto conduce al desarrollo científico y a nuevos descubrimientos.
Un intelecto crítico se pregunta, se cuestiona e indaga continuamente la realidad interior y exterior mediante argumentos razonables; reconoce los límites que marca su propia ignorancia y ejercita las virtudes intelectuales; transforma y da sentido a las circunstancias
Resumiendo, el pensamiento laico, el pensamiento crítico y el pensamiento científico generan mentes activas y científicas usando la imaginación y la divergencia; utilizados para el aprendizaje permanente, la investigación, la innovación y la creatividad; cotejan permanentemente la teoría y la realidad. Contribuyen en la formación de la conciencia social, la ciudadanía democrática, la autonomía, la personalidad y el criterio propio.
La capacidad de aprender a aprender consiste en enseñar al estudiante a preguntar y cuestionarse y problematizar la realidad promoviendo la curiosidad y el pensamiento crítico. El estudiante debe potenciar la capacidad de explicar fenómenos de manera científica y de aplicar el conocimiento de manera adecuada en situaciones y contextos diferenciados (Argumentos Científicos).
El pensamiento laico, el pensamiento crítico y el pensamiento científico se desarrollan a la par para formar múltiples competencias para la vida que son fundamentales para resolver problemas que impliquen movilizar conocimientos científicos de las ciencias naturales y sociales. Dichas competencias ayudan en la construcción del aprendizaje permanente para que el estudiante en el futuro pueda adaptarse ante cualquier cambio.

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